La sociedad en la que vivimos es muy compleja y dinámica. Quienes se dedican a la sociología, y especialmente a la sociología política, quieren conocer el estado de opinión de esa sociedad en un momento determinado y sobre una cuestión determinada. Y para ello la sociología ha creado instrumentos adecuados, sometidos a reglas científicas y a controles científicos.
Uno de esos instrumentos es la encuesta, generalmente muestral. Es decir se entrevista y pregunta a una muestra de ciudadanos, a unos cuantos, y se extraen conclusiones generales. Pero esto exige seriedad y rigor científico. Hay que preparar la muestra adecuada, hay que preparar y hacer las preguntas adecuadas y de la manera adecuada, hay que analizar las respuestas y pasarlas por los filtros adecuados, lo que se llama la “cocina”, para que las conclusiones sean correctas y no erróneas.
Los partidos políticos son instituciones de las más interesadas en conocer la opinión de los ciudadanos y por eso hacen encuestas de opinión con frecuencia. Hace unos días el Partido Popular daba a conocer una encuesta sobre intención de voto en las próximas elecciones autonómicas según la cual ganaba y por amplio margen. El resultado era en principio muy difícil de aceptar porque casaba mal con otros indicadores.
El problema más grave en la credibilidad de una encuesta se produce cuando la encuesta no se utiliza para conocer el estado de opinión sino para engañar a los ciudadanos y ayudar a generar precisamente un determinado estado de opinión. La encuesta del PP de hace unos días en las que da una amplia victoria a Cospedal es sencillamente un fraude. Muy probablemente ni ha habido muestra ni ha habido “cocina”. Sencillamente no ha habido encuesta.
Ahora sabemos que la empresa que ha hecho la encuesta se llama “Demoscopia y Servicios S.L” y descubrimos que esta empresa se ha dedicado hasta ahora al catering y la restauración, sabemos que sólo tiene un empleado y a tiempo parcial, sabemos que el dueño es una persona próxima o del PP y sabemos que el único trabajo sociológico conocido es el ahora presentado.
Este trabajo es sencillamente un fraude. Cospedal no sólo manipula y cocina a su conveniencia los datos de la encuesta sino que se “inventa” hasta la empresa.
En Castilla-La Mancha la oposición política está instalada en la mentira permanente. Cospedal miente a los ciudadanos y los desprecia. En su foro interno debe pensar que los castellanomanchegos son tontos a los que se puede engañar. La verdad es que ya vino a la Región considerándonos incultos (esa era la razón por la que en Castilla-La Mancha votaban al Partido Socialista) y desde entonces ha utilizado la mentira como táctica permanente. Recordemos que a poco de llegar fue desmentida nada menos que por el Arzobispo y Cardenal de Toledo. Luego nos mintió con la reforma del Estatuto, nos mintió con la defensa del agua de Castilla-La Mancha, nos mintió con la posible instalación de un cementerio nuclear en la Región. Nos miente ahora con una encuesta inventada sin pudor ninguno. Cospedal representa una oposición instalada en la mentira y esto en política es muy grave. Quien miente no puede dedicarse a la política.
Podríamos pensar que en el caso de la encuesta, de la última mentira de gran calado, el PP responde apresuradamente e intenta insuflar ilusión a sus propios votantes, que mayoritariamente rechazan y se han escandalizado con el doble y enorme el sueldo de Cospedal. Es posible que ésta sea la causa inmediata que ha empujado a unos irresponsables a cometer el fraude, pero en el fondo lo que subyace es el desprecio absoluto a los ciudadanos a quienes se cree que se puede engañar y a las normas que deben gobernar la convivencia social, porque aquí no se trata de un mero “cocinado” adaptado más o menos a los gustos y conveniencias de quien encarga la encuesta, sino de un fraude de realidad, cuando se presenta como real la encuesta que con toda seguridad nunca existió.
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