Las Instituciones que acordaron hace un par de años el “Plan de Intervención Románico de Guadalajara” (http://www.romanicoguadalajara.org/default.aspx), Junta de Comunidades, Obispado, que es el propietario de los templos, Obra Social de Ibercaja y Fundación Santa María, que colabora, han dado cuenta recientemente del estado de ejecución de este plan que se propone restaurar y conservar inicialmente 27 iglesias románicas que se encuentran al norte de la provincia de Guadalajara. Se ha finalizado ya la intervención en dos de ellas y se está actuando en este momento en otras cinco. Se han invertido 600.000 euros (aportados principalmente por Junta de Comunidades) y están previstos otros 400.000 para el próximo año a pesar de las dificultades presupuestarias de todos conocidas; cuestión ésta no baladí. Con toda probabilidad, no se informó de este Plan, ni de otras muchas actuaciones de Instituciones españolas, al papa Benedicto XVI, a juzgar por las declaraciones que hizo durante el viaje de su visita a Santiago y Barcelona que revelan una visión inexacta de la realidad española del siglo XXI.
En el año 1085 Alfonso VI conquista Toledo y la línea fronteriza entre la España cristiana y la musulmana se traslada a la cuenca del Tajo, pero el territorio cristiano no se consolida hasta la época de Alfonso VIII (1155-1214). En ese espacio geográfico y temporal se fue repoblando la zona norte de la provincia de Guadalajara. Un elemento esencial en la cohesión de las nuevas villas y aldeas es la religión cristiana. Las iglesias que en todas ellas existen son la expresión arquitectónica visible del sentimiento religioso. Como en tantas otras ocasiones la espada y la cruz juntas incorporan el territorio.
El estilo artístico de la época es el románico, que penetra desde Francia sobre todo por el “Camino de Santiago”, que crea un espacio arquitectónico de profunda y misteriosa espiritualidad. Las esculturas y relieves que adornan sobre todo las portadas son representaciones de escenas bíblicas que educan y forman la religiosidad de los ciudadanos en momentos en que la lectura y posesión de libros es un privilegio de monjes y eclesiásticos ilustrados. En Guadalajara el románico de las iglesias y monasterios de las pequeñas villas y barrios no es tan poderoso como el del “Camino”, sino mucho más modesto y ajustado a la realidad social y económica de la zona, pero es también de un extraordinario valor e integrado perfectamente en el paisaje rural es asimismo la expresión y testimonio histórico de nuestro pasado.
Estas iglesias han perdurado hasta nuestros días por la solidez de su fábrica, pero han estado por lo general abandonadas y mal cuidadas por la escasa población existente. El abandono se hizo especialmente grave y destructivo desde los años sesenta, con el éxodo del mundo rural a la ciudad. Pero hoy existe una nueva sensibilidad con el mundo rural, con su entorno ambiental, con sus valores culturales, artísticos, sociales, gastronómicos. Guadalajara tiene unos espacios naturales extraordinariamente bien preservados y en esos espacios hay monumentos aparentemente modestos pero de una gran riqueza y valor histórico y artístico. Es esta una riqueza que tenemos la obligación de preservar y que es asimismo un elemento más de dinamización del mundo rural, que tan escasas oportunidades tiene. Por ello la Junta de Comunidades apoya sin reservas y con toda ilusión la restauración y la puesta en valor de este patrimonio como un legado recuperado para nuestros descendientes.
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